lunes, 10 de octubre de 2022

Mansiones de la locura (I/III) Personajes

¡Buenos días a todos!

Si estáis leyendo esta entrada, significa: i) somos tan geniales que hemos pintado todas las miniaturas que existen y tenemos que volver a los clásicos, o ii) somos tan follos que no tenemos contenido para esta semana y hemos tenido que usar una entrada de relleno. En cualquier caso, bienvenidos a la segunda edición de esta aventura lovecraftiana por fascículos. 


Hoy, en un alarde de rellenar contenido, empezaré con los ocho (8) protagonistas de la caja básica. En el espíritu de otros ex-redactores de este nuestro blog (que no nombraré, pero comienza como el Amareto y usa crocs), estas miniaturas  (y el resto de la caja) fueron pintadas ¡para otra persona!



El padre Mateo Maldún, que compagina su afición por echarle crema en el culete a niños con dedicarse a investigar misterios arcanos, junto con Carson Sinclair, el asesino del Cluedo.

Cody, ¿dónde estás?

¡Fue el mayordomo con el candelabro!

Wendy Adams, AKA la huerfanita ninja, junto con Minh Thi Phan la secretaria, también conocida como "la cuota asiática".

No es un candelabro, es un nunchako camuflado


Lista para conquistar el mercado chino

Rita Young, la corredora de los años 30, junto con la ocultista Agatha Jiménez-Porter.

La corredora tiene menos detalles que letras este comentario

Esta noche, en la Nave del Misterio...

Y por último, Preston Fairmont, el señorito cayetano lovecraftiano, junto con William Yorick, el príncipe de Dinamarca que en sus ratos libres es enterrador.

La "mansión" del título es su casoplón

Ser o no ser un folle, esa es la cuestión

Terminamos con la siempre obligatoria (aunque innecesaria) foto de familia:



Esto es todo por hoy, volveremos pronto con las siguientes miniaturas, los enemigos a los que nos enfrentaremos intentando desentrañar los misterios de otras dimensiones. ¡Hasta luego!

Y como bonus de posicionamiento, la interpretación japonesa de Yog-Sogoth


1 comentario:

  1. No puedo desperdiciar la ocasión para, desde la superioridad moral que me dan los años que nos separan, y la valentía que me infunde el saber que está muerto, acusar a Lovecraft de racista.

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